AVnqve es grande, i justo el amor
de la Patria, y suele causar,
q̃que qualquiera desee i procure aventajarla à
otras, i engrandecer sus proezas.
Poco necessitamos de trabajar en
esto los Naturales de España, pues
Dios la dotô de tantas, como es
notorio, i se lo conceden aun los Estrangeros mas embidiosos.
Pero quando sus glorias no huvieran sido tales i tantas por lo
passado, nadie le podra negar con
razon i justicia, la mucha que se le
debe por el descubrimiento, i conversion de este Nueuo Hemisferio,
en que se han hallado tantas tierras i mares,
tātastantas gẽtesgentes, animales,
riquezas, arboles, yervas, drogas,
i otras cosas de precio i prouecho
como se han referido, i consideran
una por una infinitos Autores,
cōfessandoconfessando, que por mucho que
dizẽdizen,
quedan toda via cortos en alabarlo.
Yo apuntarè con brevedad algunas que puedan seruir como de
argumento ò exemplo de otras,
q̃que
de ellas se van derivando.
I sea la primera, la excelencia,
valor, i constancia que nuestros
Españoles han tenido, i mostrado,
en tantas, i tan repetidas, dilatadas, i peligrosas navegaciones, i
peregrinaciones, como por mar i
tierra han hecho en estos descubrimientos. Porque aunque no falta
quien aya querido poner en disputa, si es bueno el nauegar, i peregrinar, i si se merece gloria i alabança
por ello.
Lo cierto es,
q̃que encaminandolo à fines utiles, i honestos,
siempre se ha tenido por necessario
i loable, i hecho particular estimacion de los que en estos se han
auẽtajadoauentajado, como lo resuelven otros
q̃que
mejor sienten.
I esta alabança, aunque ya de
tiẽpostiempos antiguos se
comẽçôcomençô à dar à los
nuestros, por ser inclinados à emprender hazañas valerosas,
acostũbradosacostumbrados à las armas, i cosas arduas,
buscando como emplearse en ellas
por mar i por tierra, sin saber contenerse ociosos dentro de la suya.
Despues de las navegaciones, i peregrinaciones de que voy hablando, se les dà, i debe dar con mayores ventajas, i encomios; afirmando los que las tratan, que assi Castellanos, como Portugueses, se
han aventajado en ellas à Hercules, Bacho, Osiris, Alexandro,
Tyrios, i Cartaginenses, i à todos
quantos por esto fueron celebrados, i venerados por la antiguedad; i por encarecerlo mas à si mesmos. Pues nadie se hallarà,
q̃que aya
alcançado igual pericia ô destreza
en el nauegar, ni se aya engolfado
en mares no conocidos, antes reputados por innavegables, è inaccesibles, ni atrevidose con tan poca
gẽtegente à reconocer tantas islas, i
tātastantas, i
tātan remotas, i
nũcanunca por otros
pisadas, provincias, i regiones de
tierra firme.
La segunda
razōrazon, para assegurar
los meritos de esta gloria, podemos tomar justificadamente del
grāgran beneficio que al Mundo antiguo se le ha recrecido, en darle tan
cumplida noticia de este Nueuo, i
de sus muchas provincias, habitadores, i Pobladores, dexandole el
passo franco para ir aun descubriendo mas cada dia como vâ aconteciendo. Cosa
q̃que no se hallarà otra
NaciōNacion que la aya hecho como pia.
I gravemente lo considera Tomas
Bozio,
i otros Autores.
Porque, si segun sentencia de
Aristoteles, i de Ciceron,
solo el
hallar ò descubrir algun arte, ò ya
liberal, ô mecanica, ò alguna piedra, planta, ò otra cosa, que pueda ser de uso i servicio à los hombres, les debe grangear alabança, i
muchas vezes les ha adquirido
nōbrenombre i veneracion de divinos, como
à Ceres, porque hallô el trigo,
|
Hercules, porque metiò en Grecia
el alamo blanco, Pixidoro Pastor
el marmol en el campo Efesino, i
en otros muchos de
q̃que hazen mencion las historias à cada passo.
De
que gloria no seràn dignos los que
han descubierto un mundo à otro
mundo, en que se hallan i encierran
tan innumerables grandezas, i riquezas
? Vn cielo contan nuevas,
i diferentes estrellas? De que como en profecia hablò el Dante,
aun antes de nuestras navegaciones, diziendo, que azia el Polo
Antartico se hallarian quatro en
lugar de la cinosura.
Io mi volsi à man dextra, è posi
mente.
A le altro Polo, & vidi quattro
stelle,
Non viste mai fuor che la prima
gente
I los que nos pusieron en desengaño, de que se podia con certeza navegar i passar el Oceano, i que se
vive suave i templadamente debaxo de la Torrida Zona? Consideracion, que la hallo en vn Autor,
bien poco afecto à nuestra nacion.
I no es menos estimable el beneficio de este mesmo
descubrimiẽtodescubrimiento, avido respeto al propio mundo nuevo, que descubrimos, sino antes de muchos mayores quilates,
pues demàs de la luz de la Fè, que
dimos a sus habitadores, de que
luego dirè, les avemos puesto en
vida sociable, i politica, desterrando su barbarismo, trocando en humanas sus costumbres ferinas, i comunicandoles tantas cosas tan provechosas i necessarias como se les
han llevado de nuestro Orbe, i enseñandoles la verdadera cultura
de la tierra, edificar casas, juntarse
en pueblos, leer, i escribir, i otras
muchas artes, de que antes totalmente estaban agenos. En que yà
se vè, que assimesmo no se hallarà
gente, que tanto aya merecido del
genero humano, como tambien,
con igual piedad que verdad, lo
dexò aduertido Tomas Bozio en
varias partes de sus escritos.
I que por el consiguiente debe
corresponder à tal merito con digna estimacion i alabança, pues no tienen las virtudes, i gloriosas i
trabajosas hazañas, otro premio
que las iguale, segun la doctrina de
Ciceron.
I pues vemos, que por
menores efetos, consagrò, i tuvo
por dioses el Gentilismo, à Bacho,
Castor, i Polux, Orfeo, Amphion,
i Mercurio, tan celebrados por Horacio, i otros Poetas.
En tercer lugar, aumenta mucho la excelẽciaexcelencia i grādezagrandeza de nuestros gloriosos Reyes i Reinos de
España, el considerar, lo que, mediante la voluntad i disposicion divina, los han dilatado, i la gran potencia, i Monarquia, que han adquirido, por el descubrimiento i
conquista de este nuevo Orbe, de
que tratamos.
Porque siendo cierto, que antes
tenian i gozaban en lo mejor de
Europa tantos Reinos, i Estados
como sabemos, i la gran parte que
ocupaban de Africa, i mayor de
la Assia, con la dominacion de la
India Oriental,
añadida aora esta quarta parte del mundo, si es
que dignamente la podemos llamar assi, pues sola ella vence en
grandeza, abundancia i riqueza las
otras tres, que antes se conocian,
como và lo dexamos advertido i
probado:
bien se dexa entender,
que desde que Dios criò el mundo
no ha avido Imperio, que pueda
compararse con el suyo, assi en lo
dilatado, como en lo rico, i lo poderoso. Como nos lo reconocen
aun los Escritores estraños,
i con
elegancia Bautista Guarini en el
prologo ò prefacion de su Pastor
Fido, que
hablādohablando de nuestro Rey
de España, dize:
A quien novissimamente sigue, ô
imita Fr. Tomaso Stigliano en su
Poema dil Mondo Nuovo, cant.
1. diziendo assi en su quarta stança, ò otaua.
Diro insieme il principio onde prodota.
Fu la grandeza de suo istati tanti
Al Re Ispan, che signor dell' aurea
flotta.
Piu Regni hà, che città gli altri Reg
nanti.
Al dominio del qual mai non s'annotta,
Poi en el Sol per girar da tuta i cāticanti,
NōNon pud'inparte del cielo andarsa cui
Non veggia terre, è sudditi dilui.
I assi confiessan los mesmos,
q̃que
aunque antes pudiera ponerse en
disputa la precedencia de nuestro
Reino al de Francia, oy no la recibe, considerado el presente estado
de las cosas. Pues si esta se regula
por el numero de los estados que
gozan, ò por sus gentes, poblaciones, riquezas, calidades, i propiedades, segun la doctrina de Baldo,
i los que le siguen,
en todo se hallarà, que vence el de España, pues
èl solo posee mas provincias, i aun
Reinos, que otros Reyes, ciudades, ò pueblos.
I que le son inferiores los de la
China, con ser tanto lo que se escribe de su grandeza, i tambien la Monarquia de los Romanos en el tiempo de su mayor pujança, con aver
sido de las mayores del Orbe;
por
q̃que se le aventaja la nuestra veinte partes mas, pues vemos,
q̃que casi
le ciñe todo en contorno, i se estiende desde el Oriente hasta el Occidente. De manera que puede uno
navegar con entera buelta el mundo, sin tocar otras tierras, ò costas
que las de España.
I se verifica en los terminos de
su Imperio la distancia, que por
via de encarecimiento se suele dezir en la sagrada Escritura, i en otros Autores,
de lo que ay del
cielo à la tierra, ò de Oriente à
Poniente; la qual, quanta sea, lo
explica bien despues de otros Martin del Rio.
I queda corto el de los Persas,
que
teniātenian por gloria, el tener agua
de todos los rios, i tierra de todas
las provincias del mundo, para dar
con esto a entender, que las señoreaban.
I el de Virgilio, i Claudiano,
q̃que
les parecio auian dicho mucho en
dezir,
q̃que el cetro de Roma media el
Oceano, i su fama i riquezas se terminaban con las estrellas.
Por
q̃que
el nuestro passa al otro Oceano del
Sur, nunca conocido por los Antiguos, i dà buelta entera por todo
lo que el Sol gira, i en èl se verifican con mas propriedad, i verdad
los versos de Ovidio,
en que dixo, lisonjeando a su Roma, que no
tenia Iupiter à donde estender la
vista, que excediesse los limites
de su Imperio. Consideraciones
todas, que en prosa, i en verso se
hallarāhallaran mas dilatadas en muchos Autores.
Los quales añaden, que si nuestros Catolicos Reyes, como suele
ser costumbre de muchos,
huviessen de especificar en sus titulos
todos los Reinos i Provincias,
q̃que
gozan con esta accession de las Indias, no cabrian en muchas hojas,
i assi se han
cōtentadocontentado en contraer
los al
Plvs vltra de Carlos V.
ò al
Hispaniarvm, et Indiarvm Rex de Felipe Segundo.
La quarta razon, que debiera
ser la primera, ô bastar sola para
conocer la gloria, i excelencia de
los Reyes, i Reinos de España, por
los
descubrimiẽtosdescubrimientos, i conquistas de
q̃que tratamos, podemos tomar del
gran cuidado, i piedad con
q̃que siẽpresiempre
han procurado,
q̃que los Barbaros infieles deste Nuevo Orbe, viniessen
en verdadero conocimiento de Dios
i de su santo Evangelio, de que
tan remotos estaban, i se incorporassen (como lo han hecho) en
el cuerpo, i gremio de la Iglesia
Catolica Romana, à
quiẽquien han prestado humilde i religiosa obediencia los mas de ellos, con piadosas
embaxadas, i varios dones. Desuerte, que en solo vn siglo le ha
dado nuestra diligencia mas hijos,
i Fieles en Christo, que quantos
|
se pueden contar enlos passados.
Como
tābientambien lo reconoce, i encarece Tomas Bozio en varios lugares de sus doctos escritos, i otros
muchos, i graves Autores.
Entre los quales, son elegantes,
i dignos de leerse, los versos Latinos, que celebrando esta conversion escribio Iacobo Boissardo.
I
mucho mas, las encareci las palabras de Alano Copo,
Dialog. 6. c.
34. pag. 943.
en que se
arroja à dezir, que ha sido
tātan grande el beneficio, que Dios nos ha hecho à todos, i especialmente à su
Iglesia, en descubrir este nuevo Orbe, i reducirle à su Fè verdadera,
que no le parece se hallarà otro
mayor, ni mas ilustre, en divinas, i
profanas letras, fuera del dela creacion del Mundo, i encarnacion del
Verbo divino.
I el mesmo Tomas Bozio
con
su religiosa prudencia, i diligencia, hizo otra
ponderaciōponderacion piadosa,
de que mediante esta conversion
no ay hora de dia, i de noche, en
que no se estèn
diziẽdodiziendo, i celebrando Missas, i cantando Psalmos, i alabanças à Dios, respeto de que
quando en unas partes de las provincias Catolicas amanece, en otras anochece, ô es ora de Tercia, Sexta, Nona, Visperas, ô Maitines. I añade,
q̃que esto parece estar
profetizado en la sagrada Escritura en algunos lugares.
I otros ay, que no menos advertida, que
piadosamẽtepiadosamente,
pōderanponderan,
que quando los Reyes Catolicos
començaron este descubrimiento, i
conversion, acababan de expeler
los Moros de Granada, para que
se vea, que Dios los tiene como
por Propugnadores, i Propagadores de su Religion.
I
q̃que assimesmo sucedio esto,
quādoquando Lutero i otros Hereges pervertian tantos Fieles con sus malditas
Setas en Alemania, como cuidando Dios, que se le diesse centuplicado en estas partes, lo que se le quitaba en aquellas, como en otras ocasiones lo ha hecho, de que traen
notables exemplos.
Supuesto lo qual, bien se conoce,
si deben ser estimados i alabados,
los que con tanto zelo, cuidado i gastos han trabajado en empressa
tan del servicio de Dios. I que su
Magestad divina, teniendole por
muy agradable, se le ha querido,
premiar, con dilatar, i aumentar
tanto el Imperio, de los que tanto
le han propagado su Religion.
Punto, que tampoco le olvidô
Tomas Bozio, ni otros muchos
Escritores Catolicos, que han mirado estas cosas con Christiandad,
convenciendo de aqui à
Machiavelo, Bodino, i otros Hereges, que se han atrevido à dezir,
que antes el procurar, i guardar la
Fè, i Ley Christiana, ha enflaquecido, i arruinado muchas Republicas, contra los quales escribio un
elegante capitulo Fr. Iuan Marquez.
Pero que no diràn estos, que
siempre se
estānestan abrasando en embidia de las lustrosas, i gloriosas acciones de los Catolicos, i en estas
es en lo que ella suele cebarse mas
de ordinario.
Pues tambien han
intentado morder, i calumniar las
que vamos considerando; solo por
dezir, que las obramos mas con el
deseo i codicia del oro, i la plata,
que con el zelo de propagar la Ley
Evangelica. En que con particularidad insiste el Milanès Geronimo Benzo,
i otros que le han comentado, i por esso ha sido tan aplaudido en las naciones que emulan la nuestra.
Siendo assi, que aunque no queremos, ni podemos negar, que
mucha de la gente ordinaria iria
à estas navegaciones, i conquistas, alentada con esse cebo. En
nuestros Catolicos Reyes, i en sus
bien mirados Caudillos, siempre
tuvo el primer lugar el de la conversion de las almas de los Infieles; como lo descubre la piadosa Oracion, i Protestacion, que
don Christoval Colon hizo, luego que puso pie en las primeras islas, i tomô possession en ellas, i
por las mas, que esperaba descubrir.
I las Christianas i religiosas instrucciones que se daban à todos los que se embiaban à nuevos
descubrimientos, de que ay tan repetida mencion en toda la Histo|
ria de Antonio de Herrera, i bolveremos à tratar en el cap. 12.
I si à nuestros gloriosos Reyes
les moviera sola la codicia de plata, i oro, mas cerca la
podiāpodian llenar
en sus mesmos Reinos de España,
pues ningunos enel mundo
abundāabundan
mas destos preciosos metales, como tambien lo diremos en otras
partes, i latissimamente, refiriendo otros muchos Autores, lo prueba el docto Padre Iuan de Pineda.
I supuesto, q̃que quando se començaron estas cōquistasconquistas, no se tenia noticia de semejantes riquezas, bien
se echa de ver, que no se movieron
por ellas. I quādoquando despues de aver
las reconocido, las apeteciessen, i
procurassen, no se debe, ni puede
esto tener por culpable, pues parece que las previno, i dispuso Dios
por espuelas para aguijarnos à tan
largas, i peligrosas jornadas, como, en explicacion de algunos lugares de la sagrada Escritura, lo
dexè apuntado en el capitulo antecedente.
A que añado los de Herodoto,
i Lactancio Firmiano,
que reconocen, que desde el principio del
mundo, todos los que se ocuparon
en sus conquistas, ò poblaciones,
llevaron la mira à las mesmas riquezas, i comodidades; i la
esperāçaesperança de conseguirlas, hazia
q̃que aventurassen con gusto las vidas. Razones,
cōcon las quales, i otras no menos
fuertes, satisfacen à esta calumnia
Autores muy graves.
I algunos ay, que para mas
convẽcerlasconvencerlas, ponderan el piadoso i religioso dicho de nuestro grande, i
prudente Rey el señor don Felipe
II.
que aconsejandole algunos,
que desamparasse las islas Filipinas, porque le eran de mas gasto
q̃que
provecho: preguntò, si avia yà Indios bautizados en ellas, i algunas
Iglesias fundadas? i como le dixessen que si; respondio, que nunca
Dios permitiesse, que èl faltasse à
la obligacion de amparar esto, i
llevarlo adelante quanto en si fuesse, aunque le gastassen en ello todo lo que le rendian los demas Reinos.
I lo mesmo protesto ingenuamente en la Ordenança quinta de
las del año de 1575. dadas para los
del su
CōsejoConsejo de las Indias.
Cuyas palabras, por ser notables, serviran de digno remate de este capitulo.
Segun la obligacion, i cargo con q̃que
somos señor de las Indias, ninguna cosa deseamosmas, q̃que la publicaciōpublicacion, i ampliaciōamplicaion de la Ley Evangelica, i la cōversionconversion de los Indios à nuestra santa
Fè Catolica. I porque à esto, como al
principal intento que tenemos, endereçamos nuestros pensamientos, i cuidados. Mandamos, i quanto podemos
encargamos à los del nuestro Consejo
de las Indias, que pospuesto todo otro
respeto de aprovechamiento, è interes nuestro, tengātengan por principal cuidado las cosas de la conversion i dotrina. I sobre todo se desvelen i ocupen con todas sus fuerças, i entendimiento, en proveer, i poner Ministros suficientes para ello, i todos los
otros medios necessarios, i convenientes, para que los Indios, i naturales
se conviertan, i conserven en el conocimiento de Dios nuestro Señor, hōrahonra, i alabança de su santo nombre.
De manera, que cumpliendo Nos con
esta parte, que tanto nos obliga, i à
que tātotanto desemos satisfacer, los del
dicho Consejo descarguen sus conciencias, pues con ellos descargamos Nos
la nuestra.