CAP. VIII.

CAP. VIII.

De la gloria, i grandeza, que han adquirido, i se debe à los Reyes de España, ya sus vaßallos, por el descubrimiento i conversion de este Nuevo Orbe.

AVnqve es grande, i justo el amor de la Patria, y suele causar, que qualquiera desee i procure aventajarla à otras, i engrandecer sus proezas.
Poco necessitamos de trabajar en esto los Naturales de España, pues Dios la dotô de tantas, como es notorio, i se lo conceden aun los Estrangeros mas embidiosos.
Pero quando sus glorias no huvieran sido tales i tantas por lo passado, nadie le podra negar con razon i justicia, la mucha que se le debe por el descubrimiento, i conversion de este Nueuo Hemisferio, en que se han hallado tantas tierras i mares, tātastantas gẽtesgentes, animales, riquezas, arboles, yervas, drogas, i otras cosas de precio i prouecho como se han referido, i consideran una por una infinitos Autores, cōfessandoconfessando, que por mucho que dizẽdizen, quedan toda via cortos en alabarlo.
Yo apuntarè con brevedad algunas que puedan seruir como de argumento ò exemplo de otras, que de ellas se van derivando.
I sea la primera, la excelencia, valor, i constancia que nuestros Españoles han tenido, i mostrado, en tantas, i tan repetidas, dilatadas, i peligrosas navegaciones, i peregrinaciones, como por mar i tierra han hecho en estos descubrimientos. Porque aunque no falta quien aya querido poner en disputa, si es bueno el nauegar, i peregrinar, i si se merece gloria i alabança por ello.
Lo cierto es, que encaminandolo à fines utiles, i honestos, siempre se ha tenido por necessario i loable, i hecho particular estimacion de los que en estos se han auẽtajadoauentajado, como lo resuelven otros que mejor sienten.
I esta alabança, aunque ya de tiẽpostiempos antiguos se comẽçôcomençô à dar à los nuestros, por ser inclinados à emprender hazañas valerosas, acostũbradosacostumbrados à las armas, i cosas arduas, buscando como emplearse en ellas por mar i por tierra, sin saber contenerse ociosos dentro de la suya.
Despues de las navegaciones, i peregrinaciones de que voy hablando, se les dà, i debe dar con mayores ventajas, i encomios; afirmando los que las tratan, que assi Castellanos, como Portugueses, se han aventajado en ellas à Hercules, Bacho, Osiris, Alexandro, Tyrios, i Cartaginenses, i à todos quantos por esto fueron celebrados, i venerados por la antiguedad; i por encarecerlo mas à si mesmos. Pues nadie se hallarà, que aya alcançado igual pericia ô destreza en el nauegar, ni se aya engolfado en mares no conocidos, antes reputados por innavegables, è inaccesibles, ni atrevidose con tan poca gẽtegente à reconocer tantas islas, i tātastantas, i tan remotas, i nũcanunca por otros pisadas, provincias, i regiones de tierra firme.
La segunda razōrazon, para assegurar los meritos de esta gloria, podemos tomar justificadamente del grāgran beneficio que al Mundo antiguo se le ha recrecido, en darle tan cumplida noticia de este Nueuo, i de sus muchas provincias, habitadores, i Pobladores, dexandole el passo franco para ir aun descubriendo mas cada dia como vâ aconteciendo. Cosa que no se hallarà otra NaciōNacion que la aya hecho como pia. I gravemente lo considera Tomas Bozio,
i otros Autores.
Porque, si segun sentencia de Aristoteles, i de Ciceron,
solo el hallar ò descubrir algun arte, ò ya liberal, ô mecanica, ò alguna piedra, planta, ò otra cosa, que pueda ser de uso i servicio à los hombres, les debe grangear alabança, i muchas vezes les ha adquirido nōbrenombre i veneracion de divinos, como à Ceres, porque hallô el trigo, | Hercules, porque metiò en Grecia el alamo blanco, Pixidoro Pastor el marmol en el campo Efesino, i en otros muchos de que hazen mencion las historias à cada passo.
De que gloria no seràn dignos los que han descubierto un mundo à otro mundo, en que se hallan i encierran tan innumerables grandezas, i riquezas? Vn cielo contan nuevas, i diferentes estrellas? De que como en profecia hablò el Dante,
aun antes de nuestras navegaciones, diziendo, que azia el Polo Antartico se hallarian quatro en lugar de la cinosura.
Io mi volsi à man dextra, è posi mente.
A le altro Polo, & vidi quattro stelle,
Non viste mai fuor che la prima gente
I los que nos pusieron en desengaño, de que se podia con certeza navegar i passar el Oceano, i que se vive suave i templadamente debaxo de la Torrida Zona? Consideracion, que la hallo en vn Autor,
bien poco afecto à nuestra nacion.
I no es menos estimable el beneficio de este mesmo descubrimiẽtodescubrimiento, avido respeto al propio mundo nuevo, que descubrimos, sino antes de muchos mayores quilates, pues demàs de la luz de la Fè, que dimos a sus habitadores, de que luego dirè, les avemos puesto en vida sociable, i politica, desterrando su barbarismo, trocando en humanas sus costumbres ferinas, i comunicandoles tantas cosas tan provechosas i necessarias como se les han llevado de nuestro Orbe, i enseñandoles la verdadera cultura de la tierra, edificar casas, juntarse en pueblos, leer, i escribir, i otras muchas artes, de que antes totalmente estaban agenos. En que yà se vè, que assimesmo no se hallarà gente, que tanto aya merecido del genero humano, como tambien, con igual piedad que verdad, lo dexò aduertido Tomas Bozio en varias partes de sus escritos.
I que por el consiguiente debe corresponder à tal merito con digna estimacion i alabança, pues no tienen las virtudes, i gloriosas i trabajosas hazañas, otro premio que las iguale, segun la doctrina de Ciceron.
I pues vemos, que por menores efetos, consagrò, i tuvo por dioses el Gentilismo, à Bacho, Castor, i Polux, Orfeo, Amphion, i Mercurio, tan celebrados por Horacio, i otros Poetas.
En tercer lugar, aumenta mucho la excelẽciaexcelencia i grādezagrandeza de nuestros gloriosos Reyes i Reinos de España, el considerar, lo que, mediante la voluntad i disposicion divina, los han dilatado, i la gran potencia, i Monarquia, que han adquirido, por el descubrimiento i conquista de este nuevo Orbe, de que tratamos.
Porque siendo cierto, que antes tenian i gozaban en lo mejor de Europa tantos Reinos, i Estados como sabemos, i la gran parte que ocupaban de Africa, i mayor de la Assia, con la dominacion de la India Oriental,
añadida aora esta quarta parte del mundo, si es que dignamente la podemos llamar assi, pues sola ella vence en grandeza, abundancia i riqueza las otras tres, que antes se conocian, como và lo dexamos advertido i probado:
bien se dexa entender, que desde que Dios criò el mundo no ha avido Imperio, que pueda compararse con el suyo, assi en lo dilatado, como en lo rico, i lo poderoso. Como nos lo reconocen aun los Escritores estraños, i con elegancia Bautista Guarini en el prologo ò prefacion de su Pastor Fido, que hablādohablando de nuestro Rey de España, dize:
A la cui Monarchia nascono, i Mondi,
E come al Sol, che el Oriente sorge
Produce il mondo herbe, fior, frondè, è tante
In cielo, in terra, in mar alme viventi,
Cosi al vostro possente, altero Sole,
Che usci dal grādegrande, è per voi chiaro Occaso,
Si veggon de ogni clima
Nascer pro vincie, è Regni,
E crescer palme, è pullular trosei.
A voi Monarca à cui
Ne anco quādoquando annota il Sol tramōtatramonta
A quien novissimamente sigue, ô imita Fr. Tomaso Stigliano en su Poema dil Mondo Nuovo, cant. 1. diziendo assi en su quarta stança, ò otaua.
Diro insieme il principio onde prodota.
Fu la grandeza de suo istati tanti
Al Re Ispan, che signor dell' aurea flotta.
Piu Regni hà, che città gli altri Reg nanti.
Al dominio del qual mai non s'annotta,
Poi en el Sol per girar da tuta i cāticanti,
Non pud'inparte del cielo andarsa cui
Non veggia terre, è sudditi dilui.
I assi confiessan los mesmos,
que aunque antes pudiera ponerse en disputa la precedencia de nuestro Reino al de Francia, oy no la recibe, considerado el presente estado de las cosas. Pues si esta se regula por el numero de los estados que gozan, ò por sus gentes, poblaciones, riquezas, calidades, i propiedades, segun la doctrina de Baldo, i los que le siguen,
en todo se hallarà, que vence el de España, pues èl solo posee mas provincias, i aun Reinos, que otros Reyes, ciudades, ò pueblos.
I que le son inferiores los de la China, con ser tanto lo que se escribe de su grandeza, i tambien la Monarquia de los Romanos en el tiempo de su mayor pujança, con aver sido de las mayores del Orbe;
por que se le aventaja la nuestra veinte partes mas, pues vemos, que casi le ciñe todo en contorno, i se estiende desde el Oriente hasta el Occidente. De manera que puede uno navegar con entera buelta el mundo, sin tocar otras tierras, ò costas que las de España.
I se verifica en los terminos de su Imperio la distancia, que por via de encarecimiento se suele dezir en la sagrada Escritura, i en otros Autores,
de lo que ay del cielo à la tierra, ò de Oriente à Poniente; la qual, quanta sea, lo explica bien despues de otros Martin del Rio.
I queda corto el de los Persas, que teniātenian por gloria, el tener agua de todos los rios, i tierra de todas las provincias del mundo, para dar con esto a entender, que las señoreaban.
I el de Virgilio, i Claudiano, que les parecio auian dicho mucho en dezir, que el cetro de Roma media el Oceano, i su fama i riquezas se terminaban con las estrellas.
Por que el nuestro passa al otro Oceano del Sur, nunca conocido por los Antiguos, i dà buelta entera por todo lo que el Sol gira, i en èl se verifican con mas propriedad, i verdad los versos de Ovidio,
en que dixo, lisonjeando a su Roma, que no tenia Iupiter à donde estender la vista, que excediesse los limites de su Imperio. Consideraciones todas, que en prosa, i en verso se hallarāhallaran mas dilatadas en muchos Autores.
Los quales añaden, que si nuestros Catolicos Reyes, como suele ser costumbre de muchos,
huviessen de especificar en sus titulos todos los Reinos i Provincias, que gozan con esta accession de las Indias, no cabrian en muchas hojas, i assi se han cōtentadocontentado en contraer los al Plvs vltra de Carlos V. ò al Hispaniarvm, et Indiarvm Rex de Felipe Segundo.
La quarta razon, que debiera ser la primera, ô bastar sola para conocer la gloria, i excelencia de los Reyes, i Reinos de España, por los descubrimiẽtosdescubrimientos, i conquistas de que tratamos, podemos tomar del gran cuidado, i piedad con que siẽpresiempre han procurado, que los Barbaros infieles deste Nuevo Orbe, viniessen en verdadero conocimiento de Dios i de su santo Evangelio, de que tan remotos estaban, i se incorporassen (como lo han hecho) en el cuerpo, i gremio de la Iglesia Catolica Romana, à quiẽquien han prestado humilde i religiosa obediencia los mas de ellos, con piadosas embaxadas, i varios dones. Desuerte, que en solo vn siglo le ha dado nuestra diligencia mas hijos, i Fieles en Christo, que quantos | se pueden contar enlos passados. Como tābientambien lo reconoce, i encarece Tomas Bozio en varios lugares de sus doctos escritos, i otros muchos, i graves Autores.
Entre los quales, son elegantes, i dignos de leerse, los versos Latinos, que celebrando esta conversion escribio Iacobo Boissardo.
I mucho mas, las encareci las palabras de Alano Copo,
Dialog. 6. c. 34. pag. 943.
en que se arroja à dezir, que ha sido tan grande el beneficio, que Dios nos ha hecho à todos, i especialmente à su Iglesia, en descubrir este nuevo Orbe, i reducirle à su Fè verdadera, que no le parece se hallarà otro mayor, ni mas ilustre, en divinas, i profanas letras, fuera del dela creacion del Mundo, i encarnacion del Verbo divino.
I el mesmo Tomas Bozio
con su religiosa prudencia, i diligencia, hizo otra ponderaciōponderacion piadosa, de que mediante esta conversion no ay hora de dia, i de noche, en que no se estèn diziẽdodiziendo, i celebrando Missas, i cantando Psalmos, i alabanças à Dios, respeto de que quando en unas partes de las provincias Catolicas amanece, en otras anochece, ô es ora de Tercia, Sexta, Nona, Visperas, ô Maitines. I añade, que esto parece estar profetizado en la sagrada Escritura en algunos lugares.
I otros ay, que no menos advertida, que piadosamẽtepiadosamente, pōderanponderan,
que quando los Reyes Catolicos començaron este descubrimiento, i conversion, acababan de expeler los Moros de Granada, para que se vea, que Dios los tiene como por Propugnadores, i Propagadores de su Religion.
I que assimesmo sucedio esto, quādoquando Lutero i otros Hereges pervertian tantos Fieles con sus malditas Setas en Alemania, como cuidando Dios, que se le diesse centuplicado en estas partes, lo que se le quitaba en aquellas, como en otras ocasiones lo ha hecho, de que traen notables exemplos.
Supuesto lo qual, bien se conoce, si deben ser estimados i alabados, los que con tanto zelo, cuidado i gastos han trabajado en empressa tan del servicio de Dios. I que su Magestad divina, teniendole por muy agradable, se le ha querido, premiar, con dilatar, i aumentar tanto el Imperio, de los que tanto le han propagado su Religion.
Punto, que tampoco le olvidô Tomas Bozio, ni otros muchos Escritores Catolicos, que han mirado estas cosas con Christiandad,
convenciendo de aqui à Machiavelo, Bodino, i otros Hereges, que se han atrevido à dezir, que antes el procurar, i guardar la Fè, i Ley Christiana, ha enflaquecido, i arruinado muchas Republicas, contra los quales escribio un elegante capitulo Fr. Iuan Marquez.
Pero que no diràn estos, que siempre se estānestan abrasando en embidia de las lustrosas, i gloriosas acciones de los Catolicos, i en estas es en lo que ella suele cebarse mas de ordinario.
Pues tambien han intentado morder, i calumniar las que vamos considerando; solo por dezir, que las obramos mas con el deseo i codicia del oro, i la plata, que con el zelo de propagar la Ley Evangelica. En que con particularidad insiste el Milanès Geronimo Benzo,
i otros que le han comentado, i por esso ha sido tan aplaudido en las naciones que emulan la nuestra.
Siendo assi, que aunque no queremos, ni podemos negar, que mucha de la gente ordinaria iria à estas navegaciones, i conquistas, alentada con esse cebo. En nuestros Catolicos Reyes, i en sus bien mirados Caudillos, siempre tuvo el primer lugar el de la conversion de las almas de los Infieles; como lo descubre la piadosa Oracion, i Protestacion, que don Christoval Colon hizo, luego que puso pie en las primeras islas, i tomô possession en ellas, i por las mas, que esperaba descubrir.
I las Christianas i religiosas instrucciones que se daban à todos los que se embiaban à nuevos descubrimientos, de que ay tan repetida mencion en toda la Histo|ria de Antonio de Herrera, i bolveremos à tratar en el cap. 12.
I si à nuestros gloriosos Reyes les moviera sola la codicia de plata, i oro, mas cerca la podiāpodian llenar en sus mesmos Reinos de España, pues ningunos enel mundo abundāabundan mas destos preciosos metales, como tambien lo diremos en otras partes, i latissimamente, refiriendo otros muchos Autores, lo prueba el docto Padre Iuan de Pineda.
I supuesto, que quando se començaron estas cōquistasconquistas, no se tenia noticia de semejantes riquezas, bien se echa de ver, que no se movieron por ellas. I quādoquando despues de aver las reconocido, las apeteciessen, i procurassen, no se debe, ni puede esto tener por culpable, pues parece que las previno, i dispuso Dios por espuelas para aguijarnos à tan largas, i peligrosas jornadas, como, en explicacion de algunos lugares de la sagrada Escritura, lo dexè apuntado en el capitulo antecedente.
A que añado los de Herodoto, i Lactancio Firmiano,
que reconocen, que desde el principio del mundo, todos los que se ocuparon en sus conquistas, ò poblaciones, llevaron la mira à las mesmas riquezas, i comodidades; i la esperāçaesperança de conseguirlas, hazia que aventurassen con gusto las vidas. Razones, con las quales, i otras no menos fuertes, satisfacen à esta calumnia Autores muy graves.
I algunos ay, que para mas convẽcerlasconvencerlas, ponderan el piadoso i religioso dicho de nuestro grande, i prudente Rey el señor don Felipe II.
que aconsejandole algunos, que desamparasse las islas Filipinas, porque le eran de mas gasto que provecho: preguntò, si avia yà Indios bautizados en ellas, i algunas Iglesias fundadas? i como le dixessen que si; respondio, que nunca Dios permitiesse, que èl faltasse à la obligacion de amparar esto, i llevarlo adelante quanto en si fuesse, aunque le gastassen en ello todo lo que le rendian los demas Reinos.
I lo mesmo protesto ingenuamente en la Ordenança quinta de las del año de 1575. dadas para los del su CōsejoConsejo de las Indias.
Cuyas palabras, por ser notables, serviran de digno remate de este capitulo.
Segun la obligacion, i cargo con que somos señor de las Indias, ninguna cosa deseamosmas, que la publicaciōpublicacion, i ampliaciōamplicaion de la Ley Evangelica, i la cōversionconversion de los Indios à nuestra santa Fè Catolica. I porque à esto, como al principal intento que tenemos, endereçamos nuestros pensamientos, i cuidados. Mandamos, i quanto podemos encargamos à los del nuestro Consejo de las Indias, que pospuesto todo otro respeto de aprovechamiento, è interes nuestro, tengātengan por principal cuidado las cosas de la conversion i dotrina. I sobre todo se desvelen i ocupen con todas sus fuerças, i entendimiento, en proveer, i poner Ministros suficientes para ello, i todos los otros medios necessarios, i convenientes, para que los Indios, i naturales se conviertan, i conserven en el conocimiento de Dios nuestro Señor, hōrahonra, i alabança de su santo nombre. De manera, que cumpliendo Nos con esta parte, que tanto nos obliga, i à que tātotanto desemos satisfacer, los del dicho Consejo descarguen sus conciencias, pues con ellos descargamos Nos la nuestra.
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