Sino por satisfacer à tantos Hereges, i Escritores mal afectos à
nuestra Nacion, que, como en el
punto que dexo dicho en el capitulo passado, assi tambien en este, nos ladran, i muerden, i mezclando (segun lo acostumbran
)
muchos supuestos falsos à su modo, con algunos que puedan parecer verdaderos, se llevan tras
si el aplauso del vulgo ignorante,
i acreditan su nombre con ofensa
del nuestro.
I lo que peor es,
esparcen estos tratados, para dar
mas color à las injustas invasiones con que infestan lo que ocupamos. I assi es dañoso el silencio en tales casos, porque no atribuyan nuestra modestia, à reconocimiento de alguna culpa, ò à desconfiança de la justicia, como en
semejante caso nos lo enseñ
ô Salustio, i otros Autores.