SImplemente deuẽ los con fe
ſsſsores oyr las confe
ſssiones de los pecadores: e de
ſs pues que ouieren confe
ſsſsado
ſsus pecados, han les de preguntar delas co
ſsas que
ſson a derredor del pecado: a
ſssi como dize la ley ante de
ſsta. Pero deuen
ſse mucho guardar, que les nõ fagã preguntas
ſseñaladas
b de las maneras del pecado: mas generalmẽte les deuen preguntar, en quales maneras pecaron, Otro
ſsi deuen guardar que non pe
ſscudẽ alos q
ſse confie
ſsſsan,
ſsobre pecados e
ſstraños e muy
ſsin razon, que non v
ſsan los omes, porq̃ podria acae
ſscer q̃ por algunas de tales demandas
ſse mouerian a fazer algunas co
ſsas q̃ ante non
ſsolian pen
ſsar, nin
ſsabian. Mas
ſsi por auentura acae
ſs cie
ſsse, que el que
ſse confie
ſsſsa, fue
ſsſse necio o vergonço
ſso: e el clerigo vie
ſsſse en el algunas
ſseñales que
ſse enuergonçaua de las dezir, entonce bien le puede preguntar, fa
ſsta que
ſsepa la verdad de aquel peccado que encubre. E otro
ſsi pue de preguntar a todo ome que viene a
ſsu confe
ſssion de los pecados que
ſson v
ſsados
c a
ſssi como de
ſsoberuia, de muer te de ome, de auaricia, de adulterio, o de furto, de perjuro, de fal
ſso te
ſstimonio, e de los otros yerros, en que caen los omes a menudo, e
ſson como de cada dia. Otro
ſsi, deue el confe
ſsſsor mandar al que
ſse le confie
ſsſsa, que quantas vegadas viniere a penitencia,
ſse
ſsiente alos pies del clerigo, que lo confe
ſssare, omildo
ſsamente
d. Pero
ſsi fuere muger deue la ca
ſstigar, que
ſse a
ſssiente a vn lado del confe
ſssor, e non muy cerca, nin delante: mas de gui
ſsa, que la oyga, e non le vea la cara.
e Porque dize el Pro feta Abacuc, que la cara de la muger, es a
ſssi como llama de fuego que quema al que la cata. Onde el clerigo que
ſse deue guardar de non fazer yerro con las mugeres, ha mene
ſster, de non le ver la cara, nin otra co
ſsa: porque aya de mouer
ſse a errar.